domingo, 28 de febrero de 2010

Divagaciones de pacientes

Médico de cabecera:
Situación I:
Consulta al médico de cabecera de siempre, hombre encantador. Tras consulta ordinaria antes de irme:
- Mira, perdona, quisiera hacerte una pregunta antes de que te fueras, quizás meta la pata. ¿Has perdido últimamente a algún ser querido?
- No, no -contestas sorprendida.
- Es que como siempre que vienes vistes de negro...
- Ah, no, muchas gracias. Mi madre siempre me riñe porque visto de negro, no es por nada en especial. Pero estoy bien, muchas gracias.
- Es que era por si habías perdido a alguien y no te encontrabas bien.

Situación II:
Consulta con el mismo médico años después, me encuentro mal: garganta inflamada, nariz congestionada, dolor muscular.
- Es un virus, bebe mucha agua… - y otras recomendaciones varias.
- ¿Puedo ir a natación igual?
- Sí, puedes ir, te sentará bien para descongestionar la nariz y eliminar la mucosidad.
No me encuentro bien y finalmente no voy a piscina. Días después en urgencias me diagnostican mononucleosis: reposo absoluto (ni siquiera pude ir a hacer los exámenes), nada de salir a la calle ni hacer cualquier tipo de esfuerzos.

Ginecólogo:

Situación I:
El dermatólogo me remite al ginecólogo. Sentados en la consulta, coincide que es amigo de mis padres:
- Como no has tenido relaciones vamos a hacer mejor una ecografía.
Mientras aparto el pelo se fija en mi cuello:
- ¿No tendrás problemas de tiroides?
¡¡Bingo!! Tras seguimiento con endocrino.

Situación II:
Otra revisión, sentada en el potro y con la sala a rebosar: el gine, la enfermera y dos médicos en prácticas (sólo les falta las palomitas). No soy capaz de relajarme mientras me saca la muestra y me hace daño.
El médico casi mosqueado: a ver relájate, respira. Tú no tienes miedo, tú tienes pánico.
Y te dan ganas de contestarle que sí que tienes pánico, que no es porque estés desnuda y abierta de piernas delante de cuatro desconocidos (aunque la cosa ayuda), que tu abuela murió joven de cáncer de útero y que también pasaron otras cosas por tu vida. Pero te callas, ni tiene por qué saber ni tiene la culpa.

Conclusión: Los médicos son personas: a veces les falta tacto o un buen diagnóstico. Los pacientes son personas: a veces nos falta explicarnos mejor, relajarnos y confiar.

1 comentario:

patética dijo...

Pero si tú eres un amor de paciente!! Azúcar.

Estoy pensado en el tema manolo-putas-bíblia mientras escucho a Roger..el resultado me asusta.