martes, 23 de marzo de 2010

Minicuento para el olvido

Érase una vez, hace ya algún tiempo...
¡Ya no me acuerdo!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo te ayudo a recordar que estoy muy puesto...
Érase una vez, hace ya algún tiempo, una sirenita a la que su padre le tenia prohibido subir al exterior ni relacionarse con humanos. Pero una vez, en una de sus INUMERABLES excursiones a la superfície (léase "me voy a casa de Marta a estudiar") conoció a un príncipe (léase "macarra que fuma y lleva un vespino trucado") y lo salvó de ahogarse (prefiero no traducir ésta parte). Su padre le prohibió ver de nuevo al chico. Ella se fué a la bruja del mar (léase "discoteca") para que la conviertiera en mujer (léase "fue a casa de Marta para que le dejara la minifalda y la maquillara como un ***** verbenero"). La bruja del mar convirtió entonces a su padre en una espécie de berberecho (léase "le dio un ataque al corazón"). Finalmente el príncipe lo soluciono todo (léase "le dió el dinero para el aborto") y todos fueron felices (léase "el macarra la dejó por una mas guarra, o en su defecto con mas tetas"). Moraleja: Niña de 15 años, haz lo que te de la gana, seguro que todo se arreglará, y a tu padre ni caso.
Grácias Sr. Disney por darnos herramientas tan útiles para educar e ilustrar a nuestrs hijas.

poli dijo...

¡Oh, sí, sr. Anónimo, ya me acuerdo! A mí me gustó más La Sirenita II:
Tras ver varios casos seguidos de Sirenitas convertidas en Chonis en “La generación nini” la rana Gustavo el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo (léase Mercedes Milá) decidió hacer un reportaje de investigación sobre el tema en “Diario de…”. Con su cámara oculta descubrió que el causante de esta metamorfosis de Bella en Bestia era un maquiavélico plan realizado por el Tío Gilito (léase Amancio Ortega), tras consultar al espejito mágico: “¿dime, espejito, espejito mágico, quién es la más bella de este reino? (léase “espejito, espejito mágico ¿quién es el que más trapitos vende? es decir, estudio del mercado) y comprobar que sólo a las Chonis les cabía el zapatito de cristal (léase compraban en Bershka). La rana Gustavo (léase la Milá) tía con un par (de ancas de rana) decidió que tenía que hacer algo. Primero pidió ayuda al emperador (léase ZP), pero éste estaba demasiado ocupado mirándose al espejo con su supuesto nuevo vestido sin darse cuento que estaba desnudo (léase crisis). Así que nuestra rana reportera pidió ayuda a la Cenicienta (léase la princesa del pueblo, Belén Esteban) que leyó varios pregones reales (léase vendió varios capítulos de su vida) en los bailes a los que acudía (léase sus programas Sálvame, Sálvame Deluxe, Mira quién baila, Mira quién mira quién baila). Así, las Chonis no quisieron ser más Chonis y volvieron a transformarse en Sirenitas. Decidieron pasar de los lobos príncipes macarrillas en vespino trucado que sólo las querían por su flor (vulgarmente, echar un polvo). Decidieron también que pasaban de bailes reales fatuos (léase botellón, bailes en el bruja del mar y sexo, drogas y rock n’roll) y que preferían ir a llevar la merienda a la abuelita (léase apuntarse a unas olimpiadas de matemáticas, ir a misa los domingos y tomar café con un buen chico inteligente). Además, para qué se iban a quedar con uno (aunque fuese príncipe macarrilla) pudiéndoselo montar con siete (sí, más bien tirando a bajitos, bueno, sí… enanitos… pero siete).